Los cubanos en
la Isla tienen más de una respuesta para
la pregunta: ¿Cómo está la cosa? Se suele contestar con estas variantes: -La
cosa está que arde, la cosa está en
candela, la cosa está mala, se jodió la cosa, la cosa está chivá. Pero la “cosa” no tiene definición explícita. ¿Qué es la cosa? Tal vez todos saben, pero prefieren no entrar en el plano de
las definiciones. Hasta es prohibido hablar de ella en algunos lugares, en
peluquerías y otros negocios particulares cuelgan carteles que advierten: "prohibido hablar de la cosa". Parece una broma, pero en una ocasión mientras
hacía cola para cortarme el pelo, recibí una llamada de una emisora para una
entrevista, parece que hablé de la misma “cosa” que prohibía el establecimiento
porque cuando terminé el peluquero se me acercó con cara de espanto y me dijo: oye
niña, no vuelvas a hablar de esa "cosa" aquí adentro que me vas a meter en lío.
Fresca como una lechuga, me levanté y me fui dejando detrás de mí al don tijeras
con la boca abierta, días después me tropecé con él en la calle, se me acercó
para pedirme que hiciera algo por un joven que estaba preso por intento de salida
ilegal y que querían vincularlo con el tráfico
humano, no sin hacer el paréntesis: pero tú sabes, cuando hagas la
denuncia me dejas fuera de esa “cosa”, que imagínate pierdo mi trabajito y la “cosa”
está que arde. Lo reiterativo del uso de esa palabra tan ambigua, nos deja medir
los niveles de miedo y desidia de los cubanos. Mejor no definir, no enfrentar
la causa de la desgracia, no mirar a los ojos de la problemática, no perder
tiempo ni energías en combatir el problema y diseñar soluciones… Sshh no hables
de la “cosa”, no me obligues a darle un nombre porque eso implica enfocarla,
esa es la actitud de millones.
Lo cierto es
que la cosa está cada vez peor en Cuba, solo especulaciones se hacen acerca del
futuro inmediato: ¿quién asumirá el mando de la cosa en abril de 2018? Y ahí se
lanzan las ideas: Díaz Canel, Alejandro Castro, alguno de los cinco espías,
Mariela Castro y no sé si hayan otros etcéteras. ¿Cuál de ellos es la mejor opción
para el futuro en gris verdeolivo de la Isla? Algunos se han atrevido a apostar
por Díaz Canel, argumentan desde la nada que este podría hacer cambios encaminados
a la democracia, muchos hasta fantasean con que Miguelito es una especie de "Yo
Claudio" que se hace el que ni pinta ni da color, o sea el muerto, solo para
garantizar la toma del poder y luego ejecutar cambios
para la apertura democrática. Una Cuba al fin sin un Castro en la silla
dictatorial, repiten. Entonces es cuando yo me río de la cosa boba de algunos cubanos,
miren que creer que ese huevo culeco no apestará al abrirse. El futuro de Cuba
seguirá siendo la misma porquería castrista mientras los cubanos no se atrevan a
enfrentar la "cosa" con todas las que lleva, hace falta mucha convocatoria y “pá
la calle”, y yo sé bien lo duro que es activar a ese pueblo adormecido, que
chapoletea en su propia desgracia o escapa de ella para no encararla, pero solo
activando a los millones se puede lograr el cambio verdadero, esos millones son
imprescindibles; cierto es que sin organización y diseño de campañas aglutinadoras
y propuestas claras para derrocar la tiranía, para la transición y para la Cuba
posterior, estamos flojos como oposición, que eso ayudaría incluso con la visión
de la comunidad internacional sobre la lucha y su reconocimiento y respaldo a
los que se oponen. Un exilio unido dispuesto
a apoyar a los de adentro, no nos vendría mal tampoco. Unidad en nuestro
enfoque, eso se necesita, poner los ojos en el blanco de manera correcta es lo
único que asegura la calidad del tiro; pero hay mucho desenfoque en nuestro
lado, a veces solo nos define el hecho de ser anticastristas, se nos hace acuciante
trabajar alineados. Nada ganamos lanzándonos dardos o entretenidos en fajazones
entre nosotros, mientras en Cuba Castro sigue a sus anchas planificando
como estirar la "cosa" indefinidamente.
No sé quién
será el que sigue después de Raúl, no me dedico a especular sobre un asunto que no es en definitiva la
solución de nuestro problema, si no más bien su prolongación. El que sustituya
al tirano actual ya está escogido al dedillo y si no es del clan Castro, es una
marioneta que para el caso de la "cosa" es lo mismo. El régimen no cambiará con Díaz
Canel, eso es el gran pantallazo de Raúl Castro. Seguirá siendo el partido
comunista el rector político absoluto del país, Castro y sus versiones más
jóvenes son y serán los dueños de la finca como hasta ahora, pero sí quisiera enforcarme,
aunada a los que piensan en la libretad de Cuba con seriedad, honestidad y en
todos los sentidos, en lograr que la
mayoría de los cubanos indefinidos de la Isla se decidan a poner nombre a la "cosa" para exterminarla.
Y así las cosas
en una Cuba que sigue bajo la "cosa", y esa "cosa", y aquí valen las reiteraciones,
tiene un nombre caballeros: Castro comunismo, que cada día le pone más malo el “picao”
a los cubanos. Obremos bien para que la tortilla se dé vueltas y sean los cubanos
los que le pongan malo el “picao” al
dictador. ¿Qué falta para lograr que todos se enfoquen en eliminar lo “jodío” de
la situación? Unidad, definición y enfoque. Y por nuestras características bien está decir que para trabajar
juntos se necesitan más pantalones que para enfrentar a la tiranía, ajustemos bien
nuestros cinturones entonces.
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