miércoles, 7 de febrero de 2018

BONHOEFFER: EL PRECIO DE VIVIR LA GRACIA

Por: Yoaxis Marcheco Suárez
Finalizando la década del treinta e iniciando la del cuarenta del siglo XX, la historia comenzó a transitar por senderos oscuros. La sombra del fascismo alemán se cernía sobre Europa, amenazando ocupar el resto del mundo. Eran tiempos en los que los buenos hombres tenían que decidir si hacer frente al monstruo del fascismo o quedar en total mutismo ante la depravación de uno de los regímenes más deplorables y angustiosos de los que la humanidad tenga memoria. La iglesia cristiana se veía inmersa en una etapa de renovación eclesiástica y tenía también sobre sí la responsabilidad moral y espiritual de condenar al anticristo o quedar marcada para el futuro como ramera y cómplice de la tiranía alemana.
Como en todos los períodos oscuros de la historia, muchos hijos de Dios se dispusieron a la lucha contra el mal, con independencia de si las instituciones, cleros, congregaciones o denominaciones religiosas estuvieran o no de acuerdo; hijos de Dios que adoptaron el nombre de cristianos, haciendo a un lado los calificativos humanos que solo han servido para dividir o mutilar el cuerpo de Cristo. Así muchos católicos y protestantes, formaron una iglesia visible solo para Dios, una que abrió las pesadas puertas de los templos para llevar la palabra viva, a las convulsas calles, a las cárceles infernales, a los oprobiosos campos de concentración.
Dietrich Bonhoeffer fue uno de esos creyentes, uno de esos buenos hombres que optaron por no callar, que rechazaron el mutismo. Teólogo, graduado en la Universidad de Berlín y en el Union Theological Seminary de Nueva York, director del seminario de la iglesia confesante en Finkenwalde. Pudo quedarse en los Estados Unidos a donde viajara en junio de 1939 para impartir un curso, pero la proximidad de la guerra le hace tomar la decisión de volver a Alemania en agosto de ese mismo año. Jesús no escapó de su compromiso de morir, cumplió con determinación la voluntad de Dios en su vida; como en una especie de analogía, Dietrich tampoco abandona su carga, caminó en sentido contrario a la escapada y enfrentó el peligro, el riesgo, la existencia tormentosa. La vida del creyente genuino debe transcurrir en perfecta simetría con la de su Señor, vivir este paralelismo cuesta, pero es la única forma de llenarnos a rebozar del Espíritu de vida, solo así se adquiere la grandeza y la transparencia que caracterizaron la existencia del teólogo alemán.
Vivir la gracia como la vivió Bonhoeffer en tiempos desoladores y turbios, tiene un alto costo. Vivirla plenamente cuesta caro, la propia vida: “Sobre todo la gracia es cara porque ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida de su Hijo… y porque lo que ha costado caro a Dios no puede resultarnos barato a nosotros… La gracia cara es la encarnación de Dios.” La gracia liberadora nos llama al seguimiento; Pedro escuchó la voz de la gracia y decidió seguir a Jesús, esa misma voz llamó a Dietrich, esa misma palabra viva le conminó a seguir las pisadas del maestro, a creerle, a obedecerle, a seguir “al Cristo rechazado en el dolor (…). La muerte de cruz significa sufrir y morir rechazado, despreciado…” La iglesia cristiana, los seguidores de Jesús, vivirán fuertemente vinculados al sufrimiento, al rechazo, no hay otra forma de vivir en consecuencia con el Supremo líder, cada cual con su cruz, con la que Dios ha dispuesto, solo la mirada en Jesús ayuda a soportar el peso de la cruz, a llevarla de la misma forma en que él la llevó hasta el Calvario.
La cruz de Bonhoeffer fue el nacional socialismo alemán, el mal de su tiempo, el anticristo de su época. Seguir la corriente o permanecer lejos de la boca del lobo hubiera sido sencillo y le habría garantizado unos cuantos años más de vida; pero él optó por tomar su cruz, como única posesión: la cruz. Cristo tomó la carga y la llevó hasta la misma muerte, abofeteó a los poderes adversarios, derrotó poderosamente a su principal enemigo: el diablo, exterminó el pecado consumidor, la vanidad humana quedó al desnudo ante tanta pureza, entereza y obediencia.
La iglesia que no sufre, que aspira solo a los bienes de este mundo, siendo ciudadana y coheredera de otro, es una iglesia que adopta para sí “la gracia barata”, que rechaza su cruz por las futilidades de la vida. Una iglesia merecedora de su Señor, es la que lleva implícito el sufrimiento, que no se ata a las posesiones materiales, ni aspira vivir en la abundancia y la despreocupación, la iglesia de Cristo no teme a los hombres, ni a sus poderes, su objetivo supremo es reconocer en sí misma el precio de la gracia, del sacrificio, del dolor, del peso de la cruz de su Señor.
La predicación de Dietrich Bonhoeffer ha sido asimilada, apreciada y admirada por muchos, también ha tenido un considerable número de detractores; no obstante su teología tiene un fuerte basamento bíblico y es además la muestra o el resultado de una vida en profundo contacto con Dios, aún en medio de las más fuertes tribulaciones. La espiritualidad de Bonhoeffer me ayuda a comprender los difíciles caminos que la existencia misma nos va trazando, y que la aspiración del creyente debe ser siempre la de procurar la justicia y estar alejado del mal en todas sus expresiones. Caminar por la recta de los justos puede traer como consecuencia que en un punto del camino choquemos con los intereses de las autoridades humanas, pero el cuerpo de Cristo no debe apartarse de la recta, ni desviar el rumbo, solo ofrecer obediencia al único poder al que se la debe.
La iglesia cristiana existe, no por voluntad de los reyes de la tierra, sino por la voluntad del Rey de reyes y Señor de señores. Ella es su cuerpo y él la sustenta, ella es su esposa, la que le espera ataviada de hermosas vestiduras sin manchas, ni arrugas; la que grita a la par del Espíritu: Ven Señor Jesús (Ap. 22:17, vers. RV 1960). Esta es la principal razón por la que la iglesia cristiana solo debe someterse y regirse a aquel que es su cabeza, hacer el bien y solo el bien, ya sea que esto le proporcione elogios por parte de los hombres o por el contrario le acarree críticas, escarnio y sufrimiento: “El error de la autoridad no puede así atentar contra su conciencia (de la iglesia). Permanece libre y sin temor…” “Lo que importa es que no se cometa el mal en la iglesia cristiana. Repitámoslo: esta frase se dirige a los cristianos y no a la autoridad. Lo importante para Pablo es que los cristianos se mantengan firmes en el arrepentimiento y en la obediencia en cualquier lugar donde se encuentren, cualesquiera que sean los conflictos que puedan amenazarlos, y no el que una autoridad mundana sea justificada o rechazada. Ninguna autoridad puede sacar de estas palabras una justificación de su existencia. Mas bien, si en cierta ocasión esta palabra se dirige realmente a una autoridad, será para llamarla al arrepentimiento, igual que llama aquí a la iglesia a arrepentirse”.
Bonhoeffer se refiere a la porción de la Epístola de Pablo a los Romanos (Rom. 13: 1-7, VRV 1960). Su interpretación del texto molestó y aún molesta a muchos, especialmente a los poderosos de su tiempo; por pensar de esta manera fue encarcelado, enjuiciado y poco antes de la caída del fascismo, ahorcado. El texto tan manido por los poderosos para chantajear a los creyentes y utilizar la Palabra de Dios dicha a través del Apóstol para sus propias conveniencias mundanas, incluye también una condición para las autoridades, que pocas veces, estas mencionan, en especial si son dictatoriales y autoritarias: “porque es servidor de Dios para tu bien” (Rom. 13:4). Imposible creer que el fascismo en sus diversas caras, Hitler, Mussolini, Franco, etc., representaran o pudieran representar a Dios, o al bien entre los hombres; como es también indiscutible que ningún régimen totalitario representa el bien, porque a estas formas de gobierno o autoridad humana las caracteriza el endiosamiento, el amor desmedido al poder, el egocentrismo, el absolutismo, el ser tiranías que niegan y sustraen la libertad genuina de los pueblos. Todo esto y más, vio Dietrich en el rostro del nazismo alemán, representado en la siniestra figura de Adolfo Hitler. La recta que como cristiano seguía, se cruzó en un punto con la maldad del poder humano y diabólico, pero Dietrich prosiguió, llevando el peso de su cruz, sintiendo el precio de la gracia, sin titubear, sometiéndose solo al poder al que debía obediencia.
Como en aquellos tiempos, la iglesia cristiana hoy debe retomar esta pregunta: ¿a quién estoy sirviendo, al Rey de reyes o a los reyes de este mundo? ¿Cuál es mi meta, vivir el caro precio de la gracia que a mí nada me ha costado, pero que para Dios tuvo un altísimo costo, o conformarme a este siglo y vivir mundanamente, colocando los intereses personales o institucionales, antes que los intereses del Reino? Seguir a Jesús debe causarnos dolor y este dolor debe darnos gozo. Desde los mismos días en que el Salvador llevó a cabo su ministerio en la tierra y luego dio su vida, desplazando para ello a los poderes humano y satánico, desde los tiempos apostólicos y de los primeros mártires del cristianismo, desde todos los tiempos en que las manos sanguinarias de gobiernos nefastos se han manchado con la sangre de cristianos inocentes, tiempos funestos como los que vivió Dietrich Bonhoeffer y aún en esta nueva era donde la persecución a la iglesia puede ser más sutil, y donde el peligro mayor radica en que el cuerpo de Cristo deje de vivir bajo el control de su cabeza para doblegarse a otros poderes, el sufrimiento y no los placeres mundanales, han marcado la diferencia para el pueblo de Dios, un pueblo que conoce a su Señor y al cual su Pastor conoce, ese es un pueblo invisible, que solo Dios mismo ve, esa será la iglesia de las bodas del Cordero, la que hoy llora por la injusticias y los desmanes de este mundo, pero que mañana recibirá el galardón glorioso, la entrada triunfal a la Nueva Jerusalén. Como bien dijera Dietrich a su verdugo minutos antes de morir: “Ahora es que mi vida comienza”
En la galería de Mártires del siglo 20 en la abadía de Westminster, el pastor Dietrich Bonhoeffer, el último por la derecha. (foto tomada de http://centroconvivencia.org ). Artículo publicado el 15 de agosto de 2012 en Convivencia.

No me mataron



Recalco que estoy viva, latiendo de todo corazón “en medio de tantos muertos”, que “soy sobreviviente de la guerra”, que la guerra no termina y que las cicatrices están y sangran todavía. Recalco, que he cambiado, “como todo cambia”, que antes era sol y ahora soy luna, más fria. Recalco, que no me olvido de los que me ayudaron en todo mi camino, que trato de olvidarme de los que me empujaron, los enemigos de la guerra, de la que sobrevivo todavía. Recalco, que soy buena y mala, mezcla de esos “dos materiales” pero que aun me asombra la depravación de mis enemigos en la guerra, que tengo solo mi fe dentro del saco, que vivo por mi fe, y recalco que tengo el Corazón que palpita todavía. Recalco, aunque ustedes quieran que me calle, aunque insistan en retorcerme las heridas, no he dejado de mirar “al fondo de esos ojos claros”, ni de caminar, aunque a veces no conozca el rumbo, ni tenga brújula, ni estrellas, y no sepa a donde lleva este camino, pero tengo mi fe dentro del saco, todavía. Recalco, que sí puedo llorar -los muertos nunca lloran- y que tengo hombros para cargar con el llanto de unos cuantos y recalco -sí- “que el llanto de esos cuantos es también mi propio llanto” y que canto todavía. Recalco y me confieso, que soy una mujer que camina con su saco, sobrevivo a la guerra y camino por encima de los muertos, los míos y los de ellos, pero camino, todavía.

martes, 6 de febrero de 2018

Crónica gris




Eloína, aquella muchacha que en la década de los 90 se lanzó del piso 11 de la beca F y 3ra, me vino como flachazo a la memoria. Dijeron que había sido por un novio que no la quería, pero creo que Eloína se enfermó de la Cuba decadente, miserable, asfixiante del Período Especial, se saturó de la vida de bestias que llevábamos, pobre muchacha, demasiado frágil y desamparada. Les confieso que si yo pude soportar fue solo por Dios, mi fe me sostuvo. Más de una vez he querido con mis propias palabras narrar los 90 tal y como los viví, no puedo hacerlo. Fue un tiempo de estar al día, pero con todo lo que el espíritu demanda. La peor y la mejor etapa de mi vida, así de paradójico. Me siguen llegando los recuerdos como las luces intermitentes de un flash, la beca F y 3ra, con sus olores a comida podrida, churre incrustado en las paredes y en el piso, pestilencia a baños cargados de heces y orina, olor a salitre. Me veo frente al elevador, nunca indagué la marca de aquel viejo ascensor la mayor parte del año roto y las escaleras oscuras que tuve que subir, entre siete y veinte pisos con el hambre que me hacía arrastrar los pies. Imaginen a una jovencita flaca, con unas 96 o 98 libras, cargando un balde de agua escaleras arriba, era más la que derramaba que la que llegaba, y esa gota de agua tenía que alcanzarme para bañarme y asearme en la mañana, vida de perros sarnosos.
Me es inevitable pensar en Raúl Hernández Novás, el poeta de Gelsomina, iba a comer junto a los estudiantes de F y 3ra todos los días aquella comida para puercos: fish steak con sabor a bacalao mugroso, chícharos verdes duros como piedra y con gorgojos, pelotas de arroz blanco y un pancito tostado que era lo único que muchas veces yo lograba introducir en mi boca. Un hombre cansado Novás, triste, tampoco él soportó, se convirtió en una de las inumerables víctimas fatales de aquellos años inenarrables cuando el sábado 23 de junio de 1993, después de tres intentos fallidos de suicidio, puso fin a su vida con un disparo. Cuba estaba de muerte y sus hijos se quitaban la vida, no era más que una vida de perros sarnosos aquella.
No he vuelto a ver en mi memoria a F y 3ra en colores, creo que no había colores en la residencia estudiantil, la visualizo gris, oscura, un alto edificio marchito frente al malecón habanero, pero no he dejado nunca de visualizarla en mis recuerdos, allí también viví los frutos de la amistad, crecí rápido, los años se multiplicaron, entré joven y salí vieja. Obligo a mi mente a que no se olvide de nada, aunque no pueda aun sacar todas las experiencias. F y 3ra era un país subyugado por tiranos invasores, un país de tristezas y locuras, y lo sigue siendo, un país donde las almas entran jóvenes y salen viejas, un país sin libertad ni autonomía.





Una foto atardeciendo en una #Cuba que no pedí y que no perdí. Ya era un país perdido cuando llegué. En esa Cuba que recibí por herencia. Una caída de sol en el malecón habanero con todo ese mar que me decía a gritos: la libertad existe. Ya sé hoy que soy responsable de mi libertad. Cada cual lo es de la suya propia. No pertenezco a generaciones con nombres ni nombretes, nadie escoge por mí. Soy una soberana ciudadana de otro mundo. No tengo tierra ni amo.

Si no eres libre dentro de la Isla de Castro, es porque de muchos modos tú eres responsable.

jueves, 19 de febrero de 2015

Un regimen que no pretende cambiar

Que nadie se engañe o se deje engañar, el régimen totalitario de los Castro, impuesto a la isla de Cuba en la ya lejana fecha del primero de enero de 1959, no tiene, ni tendrá la más mínima intención de cambiar, de reconocer o de superar sus serios problemas con respecto a temas puntuales como: el respeto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, o lo que es lo mismo, la concesión a los cubanos de libertades básicas como, poder postularse y elegir libremente en urnas electorales; expresar un criterio sobre temas políticos que apunten de manera crítica a las perpetuadas por ellos mismos, "figuras históricas del proceso revolucionario"; libertades económicas que faciliten a todos los cubanos, fuera o dentro de la isla, invertir y llevar a cabo negocios que puedan levantar sustancialmente la maltrecha y para nada querida economía socialista; acceder con plena libertad a los medios informativos, implementado la práctica de la libre opinión, o la prensa libre; permitiendo que los cubanos sean verdaderamente libres para elegir en qué y cómo creer, o cómo organizarse, o con quièn reunirse; o dejándole al arte en todas sus expresiones la libertad que este necesita para subsistir y ser útil a la sociedad en la que se inspira y de la que nace. 

Pero, como decía, el régimen de Cuba no muestra interés en abrir espacios sustanciales a la libertad del pueblo que durante casi seis décadas mantiene bajo su yugo autoritario; por esa razón siempre tendrá tras las rejas a alguien por motivos políticos. El régimen de la Habana no respeta la diversidad política e ideológica, según él, todos los cubanos tenemos que ser comunistas o "revolucionarios". Como esto es realmente imposible, entonces siempre habrá alguien que exprese lo que siente y como piensa, y claro correrá el riesgo de terminar tras las rejas. En este momento están en esta condición los artistas y activistas en pro de los Derechos Humanos, el escritor Angel Santiesteban Prats, el grafitero Danilo Maldonado (El Sexto), pendiente a juicio y la artista de la plástica Tania Bruguera, quien también se encuentra en un limbo legal. Ese es el régimen que desgobierna a Cuba y ese desgobierno ha expresado claramente su determinación de no cambiar, por lo que quienes queremos una patria diferente, un país que disfrute de los derechos más elementales, sabemos que esto no será posible mientras sean los dictadores actuales quienes ostenten la silla de poder. Denunciemos arbitrariedades como esta y alcemos nuestra voz en contra de una dictadura demasiado larga y empecinada en sobrevivir a toda costa. Al final será nuestra constancia, nuestra madurez y seriedad en la lucha, nuestra honestidad hacia al pueblo  _la principal víctima del funesto sistema Castro-comunista_, y nuestra visión política y propuesta de futuro, lo que nos llevará a conquistar el cambio real y radical y la tan esperada transición hacia la democracia.
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viernes, 2 de enero de 2015

#YoTambienExijo Libertad para Rodiles y para Tania Bruguera

El año 2015 ha comenzado con estos buenos cubanos presos. No cesemos de pedir su libertad. Es importante que en nuestro pais las cosas cambien. Que expresar un criterio diferente al establecido por el régimen, ostentar una ideología o tendencia política diferente, querer votar por otro partido, e incluso pretender iniciar una carrera política, asociarnos, protestar públicamente, emprender un negocio, ser próspero, ser feliz, y hasta crear una obra artística sugerente y crítica no sean razones para parar tras las rejas. Les recuerdo: los grandes culpables de la lamentable situación de Cuba son los cincuenta y tantos años de enquistamiento de su pueblo. DESPERTEMOS!!!!!!! ‪#‎YoTambienExijo‬ ‪#‎FreeRodiles‬ ‪#‎FreeTaniaBruguera‬ Ellos luchan por nuestros derechos

La fuerza bruta e inmoral sobre los ochenta años de dignidad y decencia del viejo Alfredo

El viejo Alfredo es un héroe de la oposición interna cubana, a pesar de sus más de ochenta años sigue elevando el grito de Cuba libre. A Alfredo en muchas ocasiones los sátrapas del castrismo lo han lastimado, encerrado, pero él sigue hacia adelante. Miren esta foto y grabenla en sus corazones, la fuerza bruta e inmoral sobre los ochenta y más años de dignidad y decencia del viejo Alfredo. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=900440719967154&set=pcb.900440733300486&type=1

A cuatro manos el concierto de la vida se toca mejor

Entrevista a Idabell Rosales y Armando Añel Por: Yoaxis Marcheco Suárez Pareciera que Armando Añel e Idabel se conocen de toda u...