Recalco que estoy viva, latiendo de todo corazón “en medio
de tantos muertos”, que “soy sobreviviente de la guerra”, que la guerra no
termina y que las cicatrices están y sangran todavía. Recalco, que he cambiado,
“como todo cambia”, que antes era sol y ahora soy luna, más fria. Recalco, que
no me olvido de los que me ayudaron en todo mi camino, que trato de olvidarme
de los que me empujaron, los enemigos de la guerra, de la que sobrevivo todavía.
Recalco, que soy buena y mala, mezcla de esos “dos materiales” pero que aun me asombra
la depravación de mis enemigos en la guerra, que tengo solo mi fe dentro del
saco, que vivo por mi fe, y recalco que tengo el Corazón que palpita todavía.
Recalco, aunque ustedes quieran que me calle, aunque insistan en retorcerme las
heridas, no he dejado de mirar “al fondo de esos ojos claros”, ni de caminar,
aunque a veces no conozca el rumbo, ni tenga brújula, ni estrellas, y no sepa a
donde lleva este camino, pero tengo mi fe dentro del saco, todavía. Recalco,
que sí puedo llorar -los muertos nunca lloran- y que tengo hombros para cargar
con el llanto de unos cuantos y recalco -sí- “que el llanto de esos cuantos es
también mi propio llanto” y que canto todavía. Recalco y me confieso, que soy
una mujer que camina con su saco, sobrevivo a la guerra y camino por encima de los
muertos, los míos y los de ellos, pero camino, todavía.
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