Por: Mario F. Lleonart
Me sorprendí días atrás cuando el régimen de Cuba salió en defensa del
CLAI a quien supuestamente el gobierno norteamericano había congelado
cuenta bancaria en Miami que debía utilizarse para Congreso de esta
asociación de iglesias a celebrarse en territorio cubano el próximo año.
Cual si el moribundo sistema cubano no hubiese sido un probado violador
de la libertad religiosa en sus más de 50 años de permanencia en el
poder intentó a estas alturas engañar a alguien en el mundo dándoselas
de paladín de la libertad religiosa. El raulismo lanzando piedras
olvidándose de su maltrecho tejado de vidrios.
No es posible en un post, porque se necesitan libros, y ya hay algunos,
para detallar tanta violación a los derechos de la libertad religiosa en
Cuba. Pero a propósito de cuentas congeladas es hora ya que el régimen
cubano permita acceder a su cuenta bancaria a la Primera Iglesia
Bautista La Trinidad de Santa Clara. Esta iglesia con 105 gloriosos años
de historia en esta ciudad central de la isla no puede acceder desde
hace algunos años a una cuenta bancaria que abrió desde hace 24 años.
Alrededor de 27000 USD, donativos en su mayoría de iglesias hermanas en
EE.UU permanecen inaccesibles para esta iglesia que los necesita para su
funcionamiento y especialmente para concluir la reconstrucción de su
templo que desde hace años se viene realizando.
Hablo con toda propiedad. Mi esposa Yoaxis Marcheco y yo desde 2006
servimos como profesores en el Seminario Luis Manuel González Peña que
esta iglesia fundó en el 2000 y que, a propósito, no ha obtenido el
debido reconocimiento jurídico a pesar de que si cuenta con todo el
respaldo, no solo de la iglesia, sino de la Asociación Convención
Bautista de Cuba Occidental a la que estamos afiliados, y a pesar de
realizar los trámites que la misma Caridad Diego Bello, Jefa de la
Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos recomendó hace unos meses
en reunión sostenida con esta iglesia. Se constata la necesidad que
tiene el Seminario de que la iglesia pueda acceder a su cuenta.
Sospecho que nuestra presencia como profesores en el Seminario tiene
algo que ver con esta cobarde presión política o chantaje. Pero estoy
seguro que son más las causas de la burda represalia. Es bien sabido que
el Rector del Seminario, pastor jubilado de la iglesia tras más de
veinte años de abnegado trabajo, y quien nunca accedió a presiones ni
chantajes, ni como pastor de la iglesia ni como líder histórico de la
Convención, el Reverendo Homero Carbonell, tampoco ha sido santo de la
devoción de las autoridades políticas, como lo prueba su famosa carta
hecha pública en el culto magno de su jubilación el Día de la Reforma
Protestante, 31 de octubre de 2010. Como si fuera poco, su encantadora
esposa Migdalia, y su hijo Asbel, líder de adoración de la iglesia,
también son profesores en el Seminario, y su otro hijo Daniel es uno de
los más destacados músicos de la iglesia, y un reconocido compositor de
la música cristiana en Cuba. De no ser nosotros la causa de esta
arbitrariedad, cuál entonces. El pastor actual de la iglesia, el Rev.
Juan Carlos Mentado, en el corto tiempo que lleva en la dirección de
esta iglesia ha sido un líder solicito y cumplidor de sus deberes. Yo
también un día lo fui. No dudo que con los procederes tan violatarios a
las libertades de su iglesia en un poco de tiempo más este apreciado
hermano pase a formar parte de esta lista negra en la que ya nosotros
nos encontramos. Dios no lo quiera.
Preocupado por la cuenta del Clai contacté con funcionarios de la
Oficina de Intereses de los EE.UU quienes me informaron de la
disposición de su gobierno a colaborar con esta asociación de iglesias
latinoamericanas para esclarecer este malentendido, y acerca de lo cual
ya se habían dirigido al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), lo cual me
alegra mucho ya que concedo losl mismos derechos que defiendo a estos
hermanos. Espero que el Clai pueda también reaccionar en solidaridad
nuestra y no se deje engañar por este sistema que es harto conocido como
violador de las libertades religiosas. Ojalá que su Congreso en Cuba el
próximo año sirva para condenar proféticamente tantas arbitrariedades
contra tantos creyentes en nuestro país pues lamentablemente la cuenta
congelada de la Primera Iglesia Bautista La Trinidad de Santa Clara es
un asunto más entre tantos otros que constituyen flagrantes violaciones a
la libertad religiosa en Cuba.
Como simple profesor del Seminario Luis Manuel González Peña de la
Primera Iglesia Bautista La Trinidad de Santa Clara agradezco a todos
aquellos que al enterarse de la acusación que el régimen cubano, como
supuesto defensor del Clai realizaba a los EE.UU, y que reaccionaron por
contraste ante la arbitrariedad de la conocida cuenta inaccesible para
la iglesia en Santa Clara. Ante la necesidad de esclarecer un poco más
los detalles me decidí a hablar y para los que quieran sumarse, en este
Día Internacional de los Derechos Humanos, derechos de los que los
bautistas en nombre del señorío universal de Cristo que proclamamos
hemos sido siempre defensores, estoy lanzando la campaña en Twitter que
utiliza como emblema la etiqueta #DescongelenLaCuenta. Hasta que
descongelen la cuenta ya que, al menos yo, voluntariamente, no me pienso
marchar del Seminario.
miércoles, 9 de enero de 2013
Navidad ayer y hoy
Por: Yoaxis Marcheco
Con frecuencia recuerdo la letra de aquella canción
de Carlos Varela, tarareada por muchos y muchas de mi generación: "No tuve
Santi Claus, ni árbol de navidad..." Y la recuerdo no solo como la canción
de moda de esa etapa de mi vida, sino como la realidad social que rodeó mis
años adolescentes. Desde siempre he creído en el Dios Bíblico, y por supuesto,
en la historia del Hijo que nació en la humilde y casi olvidada aldehuela de
Belén, Jesucristo. Aunque sé que Santa Claus y el árbol navideño no son elementos
de esa primera y auténtica navidad judía, desde niña eran para mí símbolos de
fiesta y de júbilo, como los sombreritos y la piñata que no deben faltar en el
cumpleaños de un niño cualquiera. Pero en los primeros años de mi vida, en Cuba
estaban terminantemente prohibidos los adornos y las virutillas navideñas. Era
pecado capital encender las luces de colores en establecimientos públicos, ya
fueran mercados o cualquier otra entidad, y quien lo hiciera en su casa, corría
el riesgo de ser mal visto por los vecinos del Comité, y que luego el jefe de
la cuadra no le recomendara para los estudios en universidades o para la
obtención de empleos. Celebrar la Navidad era sinónimo de ser creyente, y ser
creyente era indicativo de ser desafecto al Gobierno, inadaptado del sistema, y
entildado además por los marxistas como: ignorante, incapaz, Navidad Cubana Tomado de Religión en Revolución elemento
adormecedor
de la razón y la inteligencia de los pueblos.
de la razón y la inteligencia de los pueblos.
Así y todo, a diferencia de Carlos Varela, yo pude
gozar la emoción de aquellos árboles hechos de gajos naturales, que comenzaban
verdes y terminaban la temporada navideña totalmente secos, pero siempre llenos
de vida, iluminados con decenas de bombillas incandescentes de sesenta watts,
pintadas con pintura de vinil y muchas veces fijas, sin poder parpadear, porque
los recursos no nos daban para tanto. Entre las hojas y en la base del árbol, grandes tiras de
algodón blanco simulaban la nieve, y en la cúpula una estrella enorme, hecha de
cartón y coloreada de amarillo, casi dorado, venía a imitar el lucero que resplandeció
en la noche feliz del nacimiento del Mesías.
No habían regalos, eran tiempos de muchas necesidades, aunque sí los hermanos más ingeniosos hacían pequeños muñecos de tela, pequeños santi claus que los niños podíamos llevar a casa para fantasear un poco con la leyenda del hombrecito gordinflón que montado en un trineo tirado por renos, viajaba por el mundo repartiendo juguetes a los niños de buen comportamiento. Recuerdo la pregunta que una de mis amigas de la infancia hizo a su madre en ocasión de un día de reyes: ¿Acaso Santa no ve que yo me porto bien, entonces por qué se le olvidan mis regalos? Confieso que fui incrédula con respecto a Santa, aunque siempre he disfrutado el día de Reyes recordando los regalos que los magos del Oriente pusieron a los pies de Jesús. De niña era imposible creer en el gordito del trineo, los regalos brillaban por su ausencia, pero a pesar de eso era bueno ver brillar las luces del árbol en la iglesia y escuchar las cantatas navideñas. Foto tomada de Blog Religión en Revolución
No habían regalos, eran tiempos de muchas necesidades, aunque sí los hermanos más ingeniosos hacían pequeños muñecos de tela, pequeños santi claus que los niños podíamos llevar a casa para fantasear un poco con la leyenda del hombrecito gordinflón que montado en un trineo tirado por renos, viajaba por el mundo repartiendo juguetes a los niños de buen comportamiento. Recuerdo la pregunta que una de mis amigas de la infancia hizo a su madre en ocasión de un día de reyes: ¿Acaso Santa no ve que yo me porto bien, entonces por qué se le olvidan mis regalos? Confieso que fui incrédula con respecto a Santa, aunque siempre he disfrutado el día de Reyes recordando los regalos que los magos del Oriente pusieron a los pies de Jesús. De niña era imposible creer en el gordito del trineo, los regalos brillaban por su ausencia, pero a pesar de eso era bueno ver brillar las luces del árbol en la iglesia y escuchar las cantatas navideñas. Foto tomada de Blog Religión en Revolución
Hoy cuando las luminarias y las guirnaldas de
colores adornan entidades estatales y tiendas, cuando tener un arbolito en casa
no es nada del otro mundo, cuando al menos una vez al año los “militantes” del
Consejo de Iglesias de Cuba ofrecen homilías radiales, y conciertos navideños
televisados dentro del marco bien controlado de la televisión oficial, parece
que todo va viento en popa en lo que a relaciones Estado-iglesia se refiere.
Esas relaciones, que no van tan viento en popa como aparentan y
mucho menos a toda vela, solo dejan comprender al buen entendedor que el Estado cubano actual le guarda el vinagre a las iglesias y que un número considerable de estas últimas solo trata de sobrevivir y readaptarse a la cobertura aparente que se le ofrece.
mucho menos a toda vela, solo dejan comprender al buen entendedor que el Estado cubano actual le guarda el vinagre a las iglesias y que un número considerable de estas últimas solo trata de sobrevivir y readaptarse a la cobertura aparente que se le ofrece.
En mi caso particular añoro aquellos gajos secos
llenos de amarillentas bombillas, pero con iglesias verdaderamente sanas en el
espíritu y centradas en el amor cristiano. Iglesias que eran poderosas en lo
poco y que dieron lecciones valiosas de arrojo y dignidad cuando recibieron el ataque voraz del
gobierno revolucionario.
Todavía hoy el mismo sistema político de antaño
impera en Cuba, convenientemente trata de variar su facha, e incluso ir hasta
el extremo de negar lo que la historia ha dejado en la mente y el recuerdo de
muchos creyentes cubanos de aquellos aciagos tiempos. Pero, aunque la navidad
nunca se ha dejado de celebrar en Cuba a cualquier precio por los creyentes
sinceros y comprometidos con la fe,
Carlos Varela y su famosa canción sigue siendo un testimonio vivo e
incuestionable del pasado no tan lejano,
cuando tararear un villancico, prender un árbol o colocar un nacimiento, era
más cuestionable que robar un banco.
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