Por:
Yoaxis Marcheco Suárez
‘Estamos
acostumbrados a pasar trabajo’, esa frase es tan cubana, como cubano es el
trabajo que se pasa para todo en la Isla de los Castro comunistas. Pasar
trabajo encierra muchas cosas, desde la falta de transporte público o particular
-Cuba es posiblemente el país con menor cantidad y posibilidades de medios de
transportación en todo el hemisferio y no dudaría que en el mundo-. La mala
calidad de la alimentación y el elevado precio de los alimentos. No tener
combustible para prender los ‘fogones’, porque muchas veces no es solo la ausencia
de alimento, sino también con qué cocinarlos. El problema crítico de la
vivienda y las condiciones de deterioro de la infraestructura pública y privada.
La imposibilidad de adquirir ropas y calzado de calidad por un costo que la
mayoría no puede pagar. La salud, de la que se ufana el régimen castrista, con
hospitales que tienen más pinta de pocilgas que de centros médicos y donde las
bacterias y gérmenes pululan a su buen gusto, gratuita, pero en realidad
demasiado cara para el mísero bolsillo de los cubanos que si no ‘tocan’ con un
regalito al galeno, o quien sea que deba atenderlos, la atención será demorada,
indolente y de muy mala calidad. Por este mismo rumbo, la ausencia de
medicamentos en las farmacias, el ineficiente sistema de urgencias carente de
ambulancias y equipos para llevar la labor de primeros auxilios; y claro,
imposible dejar de mencionar los salarios, ridículamente bajos, mucho espacio
en los bolsillos, o ‘billeteras frías’.
Muchas cosas se pueden enumerar que se
incluyen en ese inacabable ‘pasar trabajo de los cubanos’, pero no es
precisamente el que los cubanos reconozcan las dificultades innumerables que
enfrentan desde que en el año 1959 llegó la desgracia a Cuba lo que más debe
llamar la atención de esta popular expresión, sino el ‘estamos acostumbrados’,
cuando alguien se acostumbra a una vida digna de animales, pierde de muchos
modos su condición de persona, y es duro sí, lo es, pero es así, la adaptación
a condiciones infrahumanas de vida, trae consigo el conformismo y el
conformismo trae el inmovilismo, la ausencia de vitalidad, la pérdida de la
dignidad, los sentimientos de inferioridad, las bajas pasiones, la pérdida de
valores morales, se degrada la espiritualidad y como una de las consecuencias
más notables: la Sociedad se transforma en una masa improductiva, mientras que
la economía llega a los níveles más insignificantes. La decadencia contamina el
ambiente hasta hacerse lo único notable. ¿Y quién en su sano juicio, que viva
en Cuba o la haya visitado, va a negar la atmósfera de decadencia que se respira
y se vive en la Isla?
Ese
ha sido el mayor crimen del Castro comunismo, haber matado la condición de
persona en la mayoría de los cubanos, los ha aniquilado y transformado en
títeres descerebrados, sin autonomía, sin energía para luchar por sus derechos.
A muchos de ellos en seres corrompidos, desmemoriados de su historia,
costumbres, tradiciones, un pueblo sin raíces que lo sujete. La conformidad, la
adaptación al mal, son los síntomas más terribles que indican la baja condición
moral a la que el régimen de Castro ha reducido a los cubanos. Desentoxicarnos
de toda esa basura nos va a costar un poco de tiempo o tal vez sea mucho más
rápido y fácil de lo que imaginamos, esperemos que aún no haya muerto del todo la
cepa de la que brotaba en el pasado nuestro ingenio y las bondades que siempre
nos caracterizaron como pueblo.
Quienes
no se acostumbran a ‘pasar trabajo’ optan en su mayoría por huir, eso ya es
bien conocido, aunque muchas veces llegan al mundo libre arrastrando todos los
rezagos del sistema imperante en Cuba. Muchos, pero todavía no la cantidad que
se necesita, deciden oponerse de forma abierta, aun cuando esta decisión
equivale a no volver a vivir en paz nunca más porque es atraer sobre sí toda la
maquinaria represiva del régimen y todo el odio del totalitarismo. Si algo es
cierto es que con las dos caras de la misma moneda -Fidel y Raúl- los cubanos
solo hemos pasado trabajo, necesidades, estrecheces. Pero es una total mentira,
que los mismos dictadores nos han dejado sembrada en lo profundo de nuestro
cerebro colectivo, que los cubanos tenemos que estar acostumbrados a pasar
trabajo, a vivir sin dignidad, como animales. La verdad, por el contrario, es
que en nuestras manos está revertir eso, cambiar el curso fatídico de nuestra
historia, librar a Cuba de Castro para reconquistarla.
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