Hace ya más de un mes mi amigo Leonardo Rodríguez Alonso, activista por los Derechos Humanos, miembro del Movimiento Cubano Reflexión de Camajuaní, provincia de Villa Clara y periodista independiente, envió esta información a varios sitios en Internet, desconocemos los motivos, pero la información jamás llegó a la Red. Por la importancia que tiene exponer al mundo en qué consisten los macabros e históricos actos de repudio, así como mostrar los rostros de los represores,he decidido publicar el artículo de mi amigo en mi blog, junto al testimonio gráfico que su lente logró captar de los protagonistas de tan deplorable acto.
Por: Leonardo Rodríguez Alonso
Camajuaní. Villa Clara, 13 de octubre de 2014. En la calle Egido esta vez la vivienda marcada con el #9 fue escenario de un acto de repudio dirigido contra Damaris Idalgo García, esposa de Marino Andrade, ambos opositores. El motivo del acto fue que Damaris protagonizó una protesta pública junto a otros hermanos del Movimiento Cubano Reflexión (MCR), en el área del estadio «Augusto César Sandino», el día 10 de octubre, como digno homenaje a esta memorable fecha.
Todos los participantes en la protesta fueron arrestados, ella, la última en ser liberada, fue amenazada por un prepotente oficial de la Seguridad del Estado. Hoy se cumplió la amenaza.
Antes del suceso recibimos información por múltiples fuentes de la inminencia de tan vandálico hecho en el cual estaría también incluida mi vivienda.
Los múltiples twits que se emitieron no impidieron la realización de tan bochornoso acontecimiento, en el cual participaron alrededor de 80 personas. El protagonismo lo tuvieron los trabajadores de la textilera «Ramonita Herrera», administrada por Ramón Pérez Silva, quien se ha convertido en el principal protagonista de los actos de repudio en Camajuaní.
Las consabidas canciones pseudorrevolucionarias, las ofensas personales, la intimidación ̶en la que se destacó un policía que estuvo todo el tiempo con un cinto en la mano̶, las provocaciones y la música estridente, habituales en estos actos, no impidieron que Idalgo García les respondiera: «Las calles son del pueblo».
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