Por: Yoaxis Marcheco Suárez
Realizo
una lectura rápida y luego otra más pormenorizada del libro Cómo llegó la
noche, tratando de descubrir en lo posible al hombre cuyo nombre
escuchaba cuando niña en forma de murmullo en boca de algunos: Huber
Matos, el Comandante de la Sierra que entró a La Habana junto a Fidel
Castro y a Camilo Cienfuegos, ostentando el triunfo de la guerrilla rebelde que
abatió a las fuerzas del golpista Fulgencio Batista.
Foto tomada de Patria Pueblo y Libertad del CID |
El gobierno
batistiano marcó la existencia de los jóvenes cubanos de su tiempo y de
los que vendrían posteriormente, fue un período de mandato siniestro, represivo
y colmado de violencia que truncó a través de un vil golpe de estado el
proceso democrático que funcionaba en Cuba. Matos se unió a las filas del
Ejército Rebelde con el propósito de recuperar la democracia violada y traer la paz que Batista le
había usurpado a la nación. Luchó codo a codo con los principales líderes
rebeldes, llegó a convertirse en uno de los más carismáticos y notables, hasta
poseer el grado de Comandante. Abrió la cortina de la libertad a un pueblo
sufrido y violentado, pero tras la supuesta cortina pudo vislumbrar el futuro
apagado del país, pudo discernir que la desgracia del
pueblo se prolongaría si el poder caía definitivamente en las manos del dictador en potencia
que era Fidel Castro, quien además comenzaba a manipular el proceso de
liberación solo a su favor. Cuba
salía de varios años de dictadura sangrienta para entrar en el más largo
período de régimen antidemocrático, totalitario, manipulador, farsante y
destructivo de toda su historia.
Al lado del futuro Dictador durante los festejos del triunfo, Huber Matos expresó su deseo de recuperar la democracia y la justicia social que el pueblo había perdido; es ahí donde comienzan las falacias del futuro presidente, cuando señala que nunca más habría una dictadura en Cuba: “!Porque no se trata de sustituir a un dictador por otro!”. También posteriormente cambiaría los colores del proceso revolucionario a su antojo, declarándolo en primera instancia verde como las palmas y luego rojo como el marxismo y el socialismo leninista soviético.
Los cambios y el rumbo que iba tomando la Revolución triunfante, sumado al cinismo de su líder y a sus insinuaciones malintencionadas en las que le involucraba junto a otras personas de la Revolución, hacen que a solo meses de la victoria rebelde, el 19 de octubre de 1959, Huber Matos solicite a través de una carta dirigida al Primer Ministro Fidel Castro, su licenciamiento del Ejército Rebelde, en una muestra de la mayor honradez, lealtad y sinceridad de que pueda hacer gala un hombre.
Al lado del futuro Dictador durante los festejos del triunfo, Huber Matos expresó su deseo de recuperar la democracia y la justicia social que el pueblo había perdido; es ahí donde comienzan las falacias del futuro presidente, cuando señala que nunca más habría una dictadura en Cuba: “!Porque no se trata de sustituir a un dictador por otro!”. También posteriormente cambiaría los colores del proceso revolucionario a su antojo, declarándolo en primera instancia verde como las palmas y luego rojo como el marxismo y el socialismo leninista soviético.
Los cambios y el rumbo que iba tomando la Revolución triunfante, sumado al cinismo de su líder y a sus insinuaciones malintencionadas en las que le involucraba junto a otras personas de la Revolución, hacen que a solo meses de la victoria rebelde, el 19 de octubre de 1959, Huber Matos solicite a través de una carta dirigida al Primer Ministro Fidel Castro, su licenciamiento del Ejército Rebelde, en una muestra de la mayor honradez, lealtad y sinceridad de que pueda hacer gala un hombre.
En su
carta renuncia, Matos sentencia al Comandante Castro con el siguiente
recordatorio: “… es bueno recordar que los grandes hombres comienzan a declinar
cuando dejan de ser justos.” Este recordatorio resuena en mi cabeza y es una
frase que he aprendido de memoria, los hombres viciados por el poder pierden la
visión de la justicia y dejan de ser íntegros porque anteponen sus ambiciones a
las necesidades del
pueblo.
A cambio de su actitud franca y transparente, solo solicita que se le garantice una vida tranquila y normal junto a su familia, su pretensión sencilla era la de dejar la vida militar para asumir un estatus civil. Los hombres como Huber Matos se desprenden con facilidad de los protagonismos, la nobleza de sus actos les hacen olvidar quiénes son y qué representan para la historia de una nación. El gran Comandante en medio de su modestia, anteponiendo su amistad con el líder de la Revolución y su natural espíritu de lealtad, concluye su misiva deseándole éxitos en su vida futura y en el futuro de la patria; quizás también otorgándole aún algo de crédito, de confianza en que no transformaría al país en una nación subyugada por otra dictadura como la anterior y contra la cual había luchado a riesgo de su propia vida.
La respuesta del Primer Ministro no correspondió a la lealtad del Comandante Matos, olvidó por completo la expedición de Cienaguilla, las múltiples y arriesgadas acciones al mando de una de las Columnas del Ejército Rebelde, su desempeño al frente de la provincia de Camagüey, y luego le tildó inmerecidamente de traidor. Camilo Cienfuegos fue el portador de la orden de arresto, una vez más Huber muestra su visión profética al advertirle a Camilo que se cuidara de los hermanos Castro porque quizás vieran en él un obstáculo para sus planes futuros, una semana después el Guerrillero de sombrero alón desaparecía misteriosamente en el mar sin dejar rastro alguno. La dinastía de los hermanos se iba abriendo camino, sacando de la ruta a las figuras más descollantes y genuinas de la Revolución.
El 21 de octubre de 1959 Matos junto a otros oficiales es arrestado, luego en el mes de diciembre sometido a un juicio preparado y manipulado por el mismo Fidel Castro y que se extendería a cinco largos días, al final la sentencia: “Huber Matos: veinte años de cárcel”. El paredón esperado no sería ejecutado y la vida continuaría, aunque fuera tras las rejas.
“Aquí, en la soledad de mi calabozo, quisiera demoler a golpes los muros y las rejas, para poder salir a la calle y alertar al pueblo cubano sobre la terrible noche que le acecha… Las multitudes entusiastas van hundiéndose en la oscuridad y yo no tengo fuerzas para romper los barrotes.” Así diría durante su condena y tras las puertas de hierro de la prisión de veinte años cumplidos con integridad. El Comandante nos enseñó a ser libres, a percibir la luz por diminutos que sean sus rayos, a ver el día que vendrá de cualquier modo, nos enseñó y aun enseña a vivir fieles al compromiso con la patria ya sea “camino a la muerte o a la libertad”. Su vida dedicada a la búsqueda de la democracia que los dictadores Castro no le devolvieron a su genuino dueño, el pueblo, nos guía a vivir una existencia apasionada por la tierra que queremos ver y disfrutar enteramente libre.
Conocedor de la verdad y responsable de su actitud y su firmeza al no ocultarla, Huber Matos se transformó en un gran visionario del futuro de la Nación Cubana. Guiado por la suprema presencia del hombre más libre de la historia, el mismo Jesús, tomó como divisa su frase en la Biblia: “Y la verdad os hará libres”. La noche aún no termina, pero las luces del alba ya se avistan, el Comandante de la libertad anunció prematuramente la negrura, pero también la fe de la luz y la posesión de esa “libertad que nos da la fuerza para defender la verdad”.
Todas las citas fueron tomadas del libro: Cómo llegó la noche, autobiografía escrita por el Comandante Huber Matos
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